El 3 de junio de 1965, hace justo 55 años, durante la segunda misión tripulada del Programa Géminis (Géminis 4), Ed White realizó el primer paseo espacial, o actividad extra vehicular, de un astronauta norteamericano en la historia. Consigo llevaba, en su muñeca, un par de relojes de la marca suiza Omega; en concreto el famoso modelo Omega Speedmaster. Y aunque el Speedy (como empezó a ser conocido entre la NASA) no era la primera vez que volaba al espacio, sí que fue la primera vez que salía de una nave espacial al vacío espacial.
Me resulta curioso que, con la auténtica pasión que tengo por el Omega Speedmaster, no haya escrito nada sobre él en estos diez años del blog. Pero bueno, aprovechando el aniversario del Géminis 4, os contaré, ahora, la historia de este modelo que, más que un reloj, es ya toda una leyenda de la relojería. Y es que hay que recalcar que el Speedy es uno de los pocos objetos que han ido (y van) al espacio que no han sido diseñados expresamente para tal fin.
Quiero advertir que, seguramente por la fama y el éxito que tiene, la historia de este reloj está plagada de inexactitudes e incluso de leyendas urbanas. A poco que se busquen y se lean cosas sobre el Speedmaster te das cuenta de las distintas versiones que hay sobre una misma historia. Lo más curioso es ver cómo incluso en fuentes oficiales se dicen ciertas cosas que se han puesto en entredicho por otros lados. Con esta artículo trataremos de aclarar muchas de esas inexactitudes.
EL NACIMIENTO DE OMEGA Y DEL SPEEDMASTER
A mediados del siglo XIX se fundó en Suiza la compañía que más tarde sería conocida en el Mundo como Omega (Ω). Los artífices fueron Louis Brandt y sus hijos Louis-Paul y César que desde los primeros tiempos siempre estuvieron interesados en hacer cronógrafos resistentes y de calidad por lo que ejércitos de muchos países se fijaron en sus modelos para equipar a sus tropas tanto de Tierra (por ejemplo, artilleros) como de Aire (aviadores). Esto último sería decisivo para la marca a la hora de ser conocida entre los pilotos de prueba, es decir, los futuros astronautas norteamericanos.
En los años cuarenta, en medio de la Segunda Guerra Mundial, Marius Meylan le dijo al diseñador de Omega, Albert Pignet, que empezara a diseñar un cronógrafo de 27 milímetros de diámetro, lo más delgado posible, y con contadores distintos para 30 minutos y 12 horas. Ni que decir tiene que otra de los requerimientos solicitados fue la extrema precisión. El proyecto se denominó 27 CHRO C12 y después de los primeros bocetos y cambios fue aceptado por la dirección de la compañía suiza que tenía en mente, en aquella época, que este reloj podía ser para abogados, doctores, representantes y arquitectos.
Unos años después, en enero de 1957, y gracias a Claude Baillod, Georges Hartmann y Désiré Faivre, el Speedmaster se empezaba a producir. Era el modelo conocido como CK 2915, un cronógrafo, resistente al agua, que poseía un taquímetro en el bisel del reloj (de ahí el nombre de «Speed» – velocidad en inglés). Al año siguiente, curiosamente el año en que se fundó NASA, se empezó a enviar a los distribuidores de Omega por el mundo. Es curioso ver la publicidad del lanzamiento del Speedy en el que se le asociaba claramente desde el primer instante con eventos deportivos relacionados con la velocidad, como por ejemplo la Fórmula 1. El coste del Speedmaster en 1958 era de 410 Francos suizos (con la correa de metal) o de 380 Francos suizos si llevaba la correa de cuero.
EL SPEEDMASTER VUELA AL ESPACIO
En 1959, el diseño del Speedy cambia ligeramente: se hace un poco más grande al pasar de 39 a 40 mm de diámetro y se cambian el tipo de agujas. La referencia para este nuevo diseño del Omega Speedmaster sería la de CK 2998.
Tres años después, en 1962, los astronautas del Programa Mercury Walter Schirra y Gordon Cooper se compraron, cada uno, un modelo del Speedmaster CK 2998, con el fin de que los acompañara en sus misiones. Schirra volaría el 3 de octubre de 1962 con el Sigma 7 y un Omega Speedmaster en su muñeca, dando seis órbitas completas a la Tierra durante poco más de nueve horas.
Gordon Cooper haría lo propio con otro Speedmaster unos meses después, en mayo de 1963, durante la última misión del Programa Mercury, a bordo de la nave Faith-7. El Speedy comenzaba aquí su particular carrera espacial.
LA NASA APRUEBA OFICIALMENTE AL SPEEDY
Después de finalizar el Programa Mercury, la NASA organizó un equipo de ingenieros para que se encargasen de la adquisición de equipamiento para los futuros programas espaciales tripulados Géminis y Apolo. Entre esos ingenieros se encontraba el físico James “Jim” Ragan que, entre otras cosas, fue el que contactó con Paul Fischer. Fischer fue el que más tarde desarrollaría el “Fischer space pen”, el famoso bolígrafo del espacio.
El 21 de septiembre de 1964, el jefe de los astronautas, el mítico Deke Slayton, escribió un documento con los requisitos para proveer a los astronautas de un reloj cronógrafo. Ocho días después, el 29, James Ragan redactó el documento oficial de solicitud de propuestas (Request for proposal) en donde se especificaba que como mínimo se debían estudiar seis modelos de reloj. Él fue incluso más conservador y solicitó en nombre de NASA diez modelos. Como muy tarde las marcas debían enviar sus relojes el 21 de octubre. Para el 24 de octubre, un mes después de la petición de Slayton, solo cuatro marcas habían respondido: Rolex, Longines, Hamilton y, por supuesto, Omega. Parece ser que hay una leyenda que dice que los relojes se compraron secretamente en una tienda de relojes de Houston, pero esta historia ha sido desmentida públicamente por el propio Ragan.
Enseguida se procedió a realizar los tests de prueba con los relojes, aunque, en realidad, se trataba más bien de hacerles pasar por una auténtica tortura china. El maltrato al que se les sometió fue realmente considerable, cosa por otro lado lógica, dadas las extremas condiciones espaciales. Por cierto, el modelo de Speedmaster que la NASA testó fue el de referencia 105.003. Este modelo se dejó de fabricar en 1966 y fue reemplazado por el modelo 145.003.
LA PESADILLA QUE SUFRIERON LOS RELOJES
La NASA definió unos procedimientos para evaluar los relojes que iba a probar en lo que se denominó como «Qualification Test Procedures». Éstos consistian básicamente en:
- Se daría cuerda a los relojes justo antes de empezar cada prueba.
- La función del cronógrafo debería estar en funcionamiento de manera ininterrumpida durante y entre las pruebas, es decir que la función específica del cronógrafo debería ser puesta a cero antes y después de cada prueba, o bien en períodos iguales, no menores de dos horas ni mayores de seis horas, si las pruebas se interrumpieran por un tiempo mayor del programado.
- La precisión de marcha debe controlarse antes y después de cada prueba y, si es posible, a cada hora durante cada prueba y en períodos iguales, no menores de dos ni mayores de seis horas, entre prueba y prueba. Antes de cada fase de evaluación había que:
- Activar la función de cronógrafo.
- Identificar el reloj.
- Apuntar la hora oficial (horas, minutos, segundos).
- Anotar la hora del reloj (horas, minutos, segundos).
Para controlar la precisión durante cada prueba, no debía interrumpirse la función de medida del tiempo. Siendo necesario:
- Identificar el reloj.
- Apuntar la hora oficial.
- Anotar la hora que indica el reloj controlado.
- Registrar el tiempo transcurrido del cronómetro.
Después de interrumpir el cronógrafo al finalizar cada prueba se debía volver a registrar los mismos datos anteriores.
4. En cada uno de estos pasos se debía comprobar también que la caja, el cristal, las agujas, los botones y la correa no hubieran sufrido ningún daño y que no hubiera rastros de humedad bajo el cristal. Toda anomalía debía ser puntualmente registrada.
5. Si el reloj probado presentaba alguna de las anomalías siguientes, debía ser excluido del procedimiento de evaluación:
- El reloj se ha parado y no puede volver a ser puesto en marcha.
- El cronógrafo se ha parado y no puede volver a ser puesto en marcha.
- El reloj ha podido ser puesto en marcha, pero se ha parado por segunda vez.
- El cristal se rompió o agrietó.
- El vástago de la corona o el botón de arranque/parada del cronógrafo se han roto.
Para rematar la jugada, nunca mejor dicho, los relojes supervivientes a las pruebas anteriores debían ser capaces de superar once pruebas más:
- Calor: 48 horas a 71 ° C seguido de 30 minutos a 93 ° C.
- Frío: cuatro horas a −18 ° C.
- Vacío: Quince ciclos de calentamiento a 71 ° C durante 45 minutos, seguido de enfriamiento a −18 ° C durante 45 minutos a 10-6 atmósferas de presión.
- Humedad relativa: 240 horas a temperaturas entre 20 ° C y 71 ° C con una humedad relativa de al menos del 95%. El vapor usado tenía un pH entre 6,5 y 7,5.
- Atmósfera saturada de oxígeno: 100 % de oxígeno a 0,35 atmósferas y 71 ° C durante 48 horas.
- Impactos: Seis golpes de 11 milisegundos a 40 G desde seis diferentes direcciones.
- Aceleración lineal: de 1 a 7,25 G en 333 segundos, a lo largo de un eje paralelo al eje longitudinal de la nave espacial.
- Descompresión: 90 minutos en un vacío de 10−6 atmósferas a 71 ° C, seguido de 30 minutos a 93 ° C.
- Alta presión: 1,6 atmósferas durante al menos una hora.
- Vibraciones: tres ciclos de 30 minutos (lateral, horizontal, vertical) de frecuencia entre 5 a 2.000 Hz con una aceleración media por impulso de al menos 8,8 G.
- Ruido: 130 dB en un rango de frecuencias entre 40 a 10.000 Hz durante 30 minutos.
Y EL GANADOR ES…
El 1 de marzo de 1965 las pruebas ya se habían completado en su totalidad. Sólo un reloj fue capaz de superarlas todas. A estas alturas de la historia ya sabemos todos quién fue. La NASA dijo: “Operational and environmental tests of the three selected chronographs have been completed; and, as a result of the test, Omega chronographs have been calibrated and issued to three members of the GT-3 crews” que en español significa “Se han completado las pruebas operativas y ambientales de los tres cronógrafos seleccionados; y, como resultado de la prueba, los cronógrafos Omega han sido calibrados y enviados a los tres miembros de la tripulación del GT-3” (Géminis Titán – 3).
Veintidós días después, el Omega Speedmaster volaba por tercera vez al espacio, aunque esta vez de forma oficial y reconocida por NASA. No obstante, y para ser precisos, fue el día 1 de junio de 1965 cuando la NASA otorgó al Speedy la cualificación para misiones espaciales tripuladas (ojo, no confundir cualificación con certificación, ya que suelen ser dos conceptos que se confunden a menudo).
GÉMINIS 4
Y llegamos al 3 de junio de 1965. Ese día partió hacia el espacio la misión del Géminis 4 con los astronautas James McDivitt y Edward White a bordo. Estarían allí poco más de cuatro días, pero por lo que realmente se recuerda aquella misión de la que ahora se cumplen 55 años, es porque los norteamericanos realizaron su primera actividad extra vehicular (EVA en sus siglas en inglés).
Aunque estaba planeado entre los objetivos de la misión, no estaba claro si finalmente se iba a poder realizar el paseo espacial hasta casi el último momento. Los norteamericanos querían igualar cuanto antes el récord conseguido a mediados del mes de marzo de ese mismo año por el soviético Alexei Leonov a bordo de la Voskhod 2, pero necesitaban estar seguros de que el traje espacial y la escotilla de la nave funcionarían correctamente.
No fue hasta la tercera órbita cuando se dio definitivamente la orden para que Ed White pudiera salir al espacio, con dos Omega Speedmaster en su muñeca y por encima del traje espacial. Tuvo la suerte de estar allí fuera durante 20 minutos (incluso llegó a decir que se sentía como un millón de dólares). Cuando se le ordenó volver a entrar a la nave, reconoció que ese fue «el momento más triste de mi vida”. Los dos Speedy se comportaron perfectamente, tal y como se esperaba de ellos.
Pero, ¿por qué Ed White llevaba dos Speedmaster? Bueno, esto lo contaremos otro día.
Por cierto, aprovechando la ocasión, quiero comentar un par de anécdotas más de aquella misión.
Una es que en aquella misión se utilizó por primera vez al Manned Spacecraft Center de Houston como control de misión en lugar de Cabo Cañaveral como había ocurrido en el Programa Mercury y en las primeras misiones del Programa Géminis. Se pasó de escuchar el “This is the Cape” (Aquí el Cabo) a escuchar “This is Houston” (Aquí Houston).
Y la segunda anécdota tiene que ver con la red NASCOM (NASA Communications) ya que, durante el Géminis 4, la comunicación de voz con la nave espacial se realizó utilizando el satélite de comunicaciones Syncom III estacionado sobre el Océano Pacífico. Por cierto, hablando de satélites, el lanzamiento pudo ser visto por televisión en directo y por primera vez, en algunos países de Europa gracias al enlace proporcionado por el Early Bird, el primer satélite comercial de Intelsat.
UN PAR DE CONTROVERSIAS
Lo que resulta increíble es que, según se cuenta, hasta el mes de abril de 1966, OMEGA no se enteró de todo este periplo ya que, cuando la NASA solicitó en 1964 a las marcas comerciales que les mandaran los relojes para hacer las pruebas, no lo hizo directamente a la central en Suiza de OMEGA sino a Norman M. Morris Corp. de Nueva York, es decir, al importador de la marca en Estados Unidos. Por cierto, Norman M. Morris cobró a la NASA por los Speedmasters el mismo precio por el que se vendían en cualquier tienda norteamericana, es decir, 82,50 USD de la época. Eso sí, multiplicado por 12 ya que parece que fueron 12 las unidades solicitadas.
Pero volviendo al Speedy, se cuenta también que OMEGA decidió en el verano de 1965 añadir al nombre de Speedmaster la palabra «Professional» como deferencia al hecho de haber salido al espacio exterior en la muñeca de Ed White.
Con esto hay algo de controversia ya que si OMEGA no se enteró hasta abril de 1966 de que los astronautas norteamericanos llevaban sus relojes, dificilmente hubiera podido añadir la palabra «Professional» en 1965. Según el libro de OMEGA antes citado, se dice que se añadió en 1966 con la referencia ST 145.012. Pero hay otra tercera versión que afirma que ya había modelos de Speedmaster con la palabra «Professional» en el dial antes de 1965, en concreto el modelo ST 105.012-63 de 1964. La fuente era/es una lista que había hecho Marco Richon, del Museo OMEGA, hace años con todos los modelos de Speedmaster. Si algún entendido de los Speedmaster lee este artículo y tiene constancia de la historia real, se agradecería que lo aclarase en los comentarios de abajo.
MOON WATCH (EL RELOJ LUNAR)
En cualquier caso, el Speedmaster no había alcanzado aún su máximo potencial. Ese momento llegaría en julio de 1969, con el Apolo 11 sobre la Luna. Buzz Aldrin, el segundo hombre en pisarla, lo llevó en su muñeca durante su paseo lunar (referencia ST 105.012). Pero es que además, el Speedy volvería a pasearse por allí en todas y cada una de las siguientes misiones que tocarían la Luna con el Programa Apolo, siendo la última la del Apolo 17 en diciembre de 1972.
Mención aparte hay que hacer también sobre el comportamiento del Omega Speedmaster en la famosa misión del Apolo 13. Como ya contamos hace poco en el artículo conmemorando los 50 años de esa misión, hubo que hacer un par de encendidos del motor de descenso del módulo lunar para que la nave regresara a una trayectoria de retorno (libre) a la Tierra. Como se había minimizado todo gasto de energía en las dos naves (el módulo de mando y el módulo lunar), los astronautas tuvieron que cronometrar con sus Speedys el tiempo que debía estar encendido el motor de descenso del LEM. Fueron 14 segundos. Otro «pequeño-gran» logro del Speedmaster.
EL DISEÑO
El Omega Speedmaster tiene varias cualidades de diseño que lo hacen muy especial. Su legibilidad es prodigiosa, tanto por el día como por la noche. Las lecturas de precisión son rápidas y el contraste entre información y fondo es soberbio. Además, posee el dial mejor equilibrado de todos los cronógrafos.
Su diseño es atemporal, ya que es el mismo (salvo pequeños detalles) que el del primer modelo de 1957. No como les ocurre a otros de sus competidores que, de vez en cuando, tienen que “rediseñarse”.
El Speedy es un reloj de cuerda, no tiene pilas ni electricidad. Para mi esto le da un encanto especial ya que dentro de 100 años podríamos girar su corona y funcionaría como el primer día.
Se trata, no ya de un reloj clásico sino de toda una pieza maestra, en donde el diseño y la ingeniería se han combinado a la perfección. Sin duda todo “espacio trastornado” que se precie (ni que decir tiene de un “Apolo trastornado”) debería tener, o al menos aspirar a tener, un ejemplar del Speedmaster. Te puedo asegurar que no te arrepentirás jamás de haber pagado su precio que, sin duda, lo vale.
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- The right stuff (trailer).
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P.D: Felicidades mamá.