¿Existió realmente una carrera entre los EEUU y la URSS para llegar a la Luna?

Durante las décadas de los años 70 y 80, el asunto fue objeto de mucha discusión ya que  la respuesta pública por parte de la URSS fue que ellos no trataron de enviar hombres a pisar la Luna. Seguramente esta respuesta estaba motivada por la derrota clara que habían sufrido éstos al ser incapaces de conseguir ese objetivo. Cosa que si hicieron los norteamericanos.

Pero realmente,  ¿estaban los soviéticos planeando un aterrizaje en la Luna?

Para intentar responder a esta pregunta, debemos tener claro qué es lo que hace falta para conseguir el objetivo de llevar hombres a la superficie de nuestro planeta. La respuesta, a priori, es bien sencilla: Hacen falta experiencia y tecnología.

La tecnología se materializa en tener un cohete lo suficientemente potente para salir de la atracción terrestre y, también, en tener una nave que pueda aterrizar y despegar de la superficie lunar.

En cuanto a la experiencia, es necesario tener a hombres entrenados en todo lo relacionado con los vuelos tripulados; procedimientos y maniobras en órbita.

Pero estudiemos más profundamente los hechos y las pruebas que nos ha dejado la Historia.

Si nos fijamos en el gráfico que compara las misiones tripuladas de los EE.UU con las de la URSS, vemos que entre los años 1961 y 1962, los soviéticos, en las cuatro primeras misiones del programa Vostok, consiguieron tres grandes hitos:

  1. Primera órbita terrestre (Vostok 1: 12 de Abril de 1961),
  2. Primer día completo en órbita terrestre (Vostok 2: 6 de Agosto de 1961) y,
  3. Primer encuentro entre dos naves (Vostok 3 y 4: 15 de Agosto de 1962).

Si nos fijamos en los EE.UU, vemos que la primera órbita terrestre y el primer día completo en órbita lo consiguieron un año después que los soviéticos.

  1. Primera órbita: Mercury 6, el 20 de febrero de 1962.
  2. Primer día completo en órbita: Mercury 9, el 15 de mayo de 1963.
  3. El primer encuentro entre dos naves norteamericanas, ocurrió con los Géminis 6 y 7, en Diciembre de 1965, es decir, más de 3 años después de los soviéticos.

Las tornas empezaron a cambiar con la misión del Géminis 8 – la primera que consiguió acoplarse a otra nave, en marzo de 1966 -, pero fue a finales de 1968 cuando los norteamericanos empezaron realmente a despegar, nunca mejor dicho. La misión fue la del Apolo 8. La primera en enviar a 3 hombres a orbitar la Luna. Cosa que nunca consiguió la URSS. A partir de este momento, se podría decir que los americanos iban por delante de los soviéticos de una forma muy clara.

Si nos centramos en la tecnología, como hemos dicho anteriormente, es necesario contar con un lanzador de gran potencia. De lo que no hay ninguna duda ya, es que los soviéticos estaban intentando desarrollar este cohete, denominado N-1 (Nositel-1), muy similar al Saturno V.

El cohete Saturno V (izquierda de la imagen) tenía una altura aproximada de 110 metros. La longitud del N-1 era de 105 metros. Respecto a la masa en el momento del despegue, el Saturno V era de 2.900.000 Kg y la del N-1 de 2.735.000 Kg. Por último, el empuje que desarrollaban los cohetes era de 3.500.000 Kg para el Saturno V y de 5.000.000 Kg para el soviético N-1. Por tanto, como vemos, son valores del mismo orden.

¿Pero cómo sabían los norteamericanos que los soviéticos estaban desarrollando este cohete si lo llevaban todo en secreto? La respuesta la proporcionó la CIA mediante unas fotografías que habían obtenido los satélites espías. En ellas se pudo observar claramente un gran edificio desde el cual surgían unas líneas de ferrocarril hasta una zona de lanzamiento. Un tiempo después, se llegó a fotografiar el propio cohete tumbado (hay que recordar que los soviéticos trasladan los cohetes horizontalmente hasta la rampa de lanzamiento). Este tipo de vehículo sólo puede ser usado para misiones lunares ya que para misiones en órbita terrestre – incluidas las misiones para construir una posible estación espacial -, no hace falta cohetes tan grandes.

Llegados a este punto, sólo nos queda ver si los soviéticos tenían algún tipo de programa con el que desarrollar una nave capaz de aterrizar y despegar de la Luna. La respuesta se confirmó en 1989, cuando caía la URSS. Un grupo de profesores del MIT viajaron a Moscú para visitar las instalaciones aeroespaciales rusas y en ellas pudieron observar claramente una cápsula con una inscripción en ruso que ponía “vehículo para alunizar”.

Por tanto, los soviéticos tenían y desarrollaron tanto la tecnología como la experiencia necesarias para intentar aterrizar en la superficie lunar.

Pero ¿qué ocurrió para que al final fueran los norteamericanos los que ganaran esta carrera espacial? La respuesta la dejaremos para otro post.

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