El 16 de marzo de 1966 se lanzaba al espacio, desde la plataforma 19 de Cabo Kennedy, a dos astronautas novatos. Neil Armstrong y David Scott tenían como misión acoplarse a la etapa superior, denominada Agena, de un cohete Atlas lanzado una hora y cuarenta minutos antes que ellos.
Una vez que se confirmó, seis minutos después del lanzamiento, que el Agena estaba ya en su órbita, comenzaba, propiamente dicha, la persecución. Cuando el Géminis 8 se encontraba en su órbita, se fueron encendiendo los propulsores de la nave para ir acortando la distancia entre las dos naves.
El radar dio el primer aviso de que había detectado al Agena cuando se encontraban a una distancia de 331 kilómetros (206 millas). Cuando la distancia era de solo 140 kilómetros (87 millas), los dos astronautas pudieron ver al Agena con sus propios ojos gracias al brillo que desprendía. Armstrong siguió maniobrando la nave Géminis hasta que logró acoplarse con el Agena, informando a continuación al Centro de Control de Misión de Houston.
Flight, we are docked
(Vuelo, hemos atracado)
Era la primera vez, en toda la historia espacial, que ocurría eso. Los soviéticos, en agosto de 1962, habían lanzado, con un día de diferencia, a la Vostok 3 y a la Vostok 4 para intentar hacerlas coincidir en órbita, siendo de seis kilómetros y medio la distancia más próxima a la que estuvieron.
HOUSTON, TENEMOS SERIOS PROBLEMAS AQUÍ
Volviendo al Géminis 8, el plan de vuelo original tenía previsto que David Scott realizara una caminata espacial, además de un par más de acoplamientos y desacoplamientos entre la nave tripulada y el Agena en los tres días siguientes, pero en el espacio se demostró, una vez más, que lo planeado y la realidad a veces siguen caminos distintos.
Y es que, cuando las dos naves se encontraban sobre el Océano Índico y sin cobertura directa de ninguna estación de seguimiento, tal y como obliga la Ley de Murphy, se empezó a desatar un pequeño infierno para los dos astronautas, al empezar a girar inesperadamente el conjunto formado por las dos naves acopladas.
El primer hombre que caminaría por la Luna tres años después, decidió separar las dos naves para intentar recuperar el control, cosa que logró con mucho esfuerzo y mucho gasto del combustible que necesitarían para la reentrada.
Una vez recuperadas las comunicaciones y enterado Houston, con mucho asombro, de lo que acaba de pasar, se decidió el regreso inmediato de la tripulación. Aquello hizo que Armstrong y Scott amerizaran sobre el Océano Pacífico en vez del Atlántico tal y como estaba previsto. Pero bueno, ya se sabe que los norteamericanos suelen tener un plan b y 45 minutos después ya había un avión sobrevolando la zona en la que estaba el Géminis 8, aunque eso sí, tuvieron que esperar dos horas más hasta que llegó el buque de rescate.
OBJETIVO PRINCIPAL CUMPLIDO
La misión, lejos de ser considerada como un fracaso, fue aplaudida por la NASA, de hecho, Armstrong y Scott fueron condecorados con la medalla de NASA al servicio excepcional por su heroico comportamiento. Es cierto que no se pudieron alcanzar todos los objetivos propuestos para esta misión, pero sin duda se alcanzó el principal. Un objetivo fundamental que los norteamericanos necesitaban lograr para aprender la técnica espacial que luego usarían en el Programa Apolo ya que, sin esto, sería imposible volver de la Luna. Cosa que hicieron, – el volver de la Luna -, tanto Neil Armstrong, en 1969 con el Apolo 11, como David Scott, en 1971 con el Apolo 15. Por cierto, ellos fueron los dos únicos astronautas, de una tripulación conjunta del Programa Géminis, que pisaron la Luna.
Pero ¿qué pasó con el Agena? Cuando se investigó el incidente se supo que en realidad el Agena no tuvo la culpa. Lo que realmente había ocurrido fue un cortocircuito que provocó que un propulsor del Géminis 8 (curiosamente el numerado también como 8) se quedara abierto, lo que provocó los giros incontrolables y la pérdida de combustible. Algo muy grave en la operativa, sin duda, pero que no representaba un fallo de diseño, o de concepto, insalvable para posteriores misiones.
Enlazo el video que la NASA editó hace ya muchos años sobre la misión.
Por cierto, para los amantes de los relojes, decir que los dos astronautas llevaron sus respectivos Omega Speedmaster oficiales, pero Armstrong, además, llevó al espacio un reloj Longines Wittnauer Weems.
ANOTACIONES RELACIONADAS:
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- ¿Existió realmente una carrera entre los EEUU y la URSS para llegar a la Luna?
- The fallen astronaut, el documental sobre la única obra de arte que hay en la Luna.