Apolo 11, por Eduardo García Llama. Editorial Crítica (colección Drakontos). 2019. 440 páginas. Español. ISBN: 978-84-9199-128-1.
Seguramente pocas personas adultas no sepan lo que ocurrió en el Apolo 11. Para los despistados que han caído en este blog decirles que se trata de la primera misión espacial tripulada que consiguió aterrizar en la superficie lunar. Esto ocurrió en el mes de julio del año 1969. Hace 51 años ya. Sus protagonistas; los mundialmente conocidos Buzz Aldrin, Michael Collins y, sobre todo, Neil Armstrong. Armstrong salió el primero del Módulo lunar para pisar la Luna, Aldrin fue el segundo y Collins se quedó a pocos kilómetros sobre la superficie, mientras orbitaba dentro del Módulo de mando y servicio (CSM).
La primera vez. Y todos sabemos de la importancia y simbolismo que tiene cualquier cosa que se hace por primera vez. Así que, que dos individuos de la especie Homo sapiens pisaran otro cuerpo celeste distinto a la Tierra por primera vez, no iba a pasar desapercibido.
LA OBRA
Hemos tenido la suerte de que un español, Eduardo García Llama, haya escrito un libro narrando, no solo lo que ocurrió en el Apolo 11, sino lo que implicó, sobre todo, para la vida de sus tres protagonistas. Y es que ni el más fuerte de los pilotos de prueba y de combate no podría evitar que el hecho de vivir un acontecimiento de tal calibre le afectara en su vida. Para bien o para mal, aunque normalmente solía ser más lo segundo que lo primero.
Creo que no me equivoco mucho si afirmo que Eduardo García Llama ha escrito el que quizás sea el mejor ensayo que se ha publicado en español sobre la histórica misión del Apolo 11. Las bases sobre las que me asiento para afirmar esto son, básicamente, dos: la primera es el profundo conocimiento del autor sobre la historia del Programa Apolo, y la segunda es la manera sencilla, elegante y limpia que tiene Eduardo para contar cualquier cosa. El resultado es apasionante y el trabajo que hace de entrelazar la última gran aventura llevada a cabo por el ser humano con las más clásicas de los héroes mitológicos resulta sublime.
SOBRE EL AUTOR
Eduardo García Llama es licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster de Ingeniería en Operaciones Espaciales por la Universidad de Colorado (EE. UU.). Actualmente trabaja en la sección de dinámica de vuelo en el Johnson Space Center de la NASA, en Houston (Texas), donde forma parte del Programa Orión, que contempla el desarrollo de la nueva nave tripulada de la NASA con la que se volverá a la Luna y se viajará a Marte. En este programa, Eduardo es responsable de diversas pruebas en tierra y será controlador de vuelo en el Mission Control Center. Además, le encanta divulgar su extraordinario conocimiento a través de su cuenta en Twitter (de obligado seguimiento) y redactando artículos para el diario El Mundo entre otros.
He tenido la suerte de conocer en persona a Eduardo y de tratarlo, sobre todo, en Twitter por lo que añadiría que, además, es una persona cercana y humilde. Un gran tipo que no dudó en preguntarme alguna cuestión que tenía sobre el Apolo 1 cuando debería ser yo el que le preguntase mil cosas (bueno, en realidad lo hago, aprovechándome de su generosidad). De hecho, tengo que pedirle disculpas públicamente por haber tardado un año en escribir y publicar esta reseña.
LO QUE HE APRENDIDO
Otras de las cosas que sabía que me iba a ocurrir antes de empezar la lectura de Apolo 11 era que, a pesar de conocer esta historia más o menos bien (perdón por la falta de humildad), iba a descubrir cosas nuevas. Valga esta pequeña lista como recordatorio:
Lo que normalmente se conocía como nave Apolo, es decir, el conjunto formado por el Módulo de mando y servicio y el Módulo lunar, a veces se conocía también como stack.
Cuando Aldrin regresó al Módulo lunar Águila (Eagle) después de su paseo por la Luna, Armstrong se despidió temporalmente de él con un “adiós, amigo”, dicho en español. Fueron las primeras palabras en nuestro idioma que se pronunciaron sobre la Luna. Es cierto que no serían las únicas.
El encendido del Descent Propulsion System (DPS) o motor de descenso del LEM no se producía a máximo empuje durante el tiempo que duraba la maniobra, sino que empezaba a un 10 % de ese valor máximo durante unos segundos, con el fin de que el sistema de control del vector de empuje pudiera orientar la tobera de forma que se alineasen la fuerza de propulsión y el centro de masas del módulo lunar.
Buzz Aldrin, durante sus difíciles años posteriores al alunizaje, acabó de vendedor de coches en un concesionario de Beverly Hills (California), su recuperación personal ha sido un ejemplo y una inspiración para muchas personas.
¿DEBO COMPRARME ESTE LIBRO?
SI.
Para finalizar, una sugerencia para la editorial: que este libro sea el primero de una colección sobre todas las misiones tripuladas del Programa Apolo (las que van del Apolo 7 al 17). Por supuesto escritos todos por Eduardo.
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