Entrevista a Luis Ruiz de Gopegui sobre Seis niños en Marte

Luis Ruiz de Gopegui
Doctor en Ciencias Físicas, jefe de los equipos de radiofrecuencia de la estación de Robledo de Chavela, director de los programas de la NASA en España, Luis Ruiz de Gopegui es autor, entre otras publicaciones, de Cibernética de lo Humano, Mensajeros cósmicos, Extraterrestres, ¿mito o realidad?, Rumbo al Cosmos, Hombres en el espacio: pasado, presente y futuro, 82 Erídano y Regreso a la Luna. En la editorial valenciana Media Vaca ha publicado muy recientemente Seis niños en Marte. Este “estupendo libro infantil”, magníficamente editado, es el motivo central de esta conversación que no ha podido evitar preguntarle por temas científico-filosóficos complementarios y algunos nudos de su biografía.

Acaba de publicar Seis niños en Marte. Carlo Frabetti ha escrito sobre él en Público: “Pues lo primero que llama la atención de este estupendo libro infantil es su excepcionalidad en un panorama editorial donde la ciencia es la gran ausente (cuando no la gran maltratada)”. Muchas felicidades. Me gustaría preguntarle sobre su libro pero permítame hacerle antes algunas preguntas sobre su trabajo científico y su concepción de la ciencia. Usted es astrofísico. ¿Cómo surgió su interés por esta disciplina científica cuando no eran muchas en España las personas versadas en esta materia?

En realidad yo no soy Astrofísico. Verás, te cuento. Yo me licencié en Ciencias Físicas en la Universidad de Madrid, hace ya muchos años (1952). Años después me doctoré en la Universidad de Barcelona, también en Ciencias Físicas y pocos años después obtuve un título en Ingeniería de Comunicaciones en la Universidad de Stanford (California).

Como ves la Astrofísica no aparece por ninguna parte, entre otras razones porque en aquella época (década de los 50) la Astrofísica no era una titulación en España.

Pero en el año 1965 empecé a trabajar con la NASA en los proyectos que esta Agencia tenía en España. Como consecuencia de mi trabajo con la NASA, me llamaban para ir a la radio y a la televisión, hacía muchas entrevistas para los periódicos, escribía bastantes artículos y daba conferencias en diferentes sitios. En estas actividades, que aún las sigo haciendo 15 años después de jubilarme, casi siempre hablo de astrofísica, porque dado que las misiones de la NASA estudian los astros del sistema solar y que también a través de sus potentes telescopios en órbita, estudian las profundidades del cosmos, lo que más interés tiene para el gran público son todas las peculiaridades de los astros próximos y lejanos.

Por todo esto actualmente se puede decir que soy un astrofísico por afición y lo cierto es que en casi todos los medios me llaman astrofísico. En la actualidad entiendo más de astrofísica que de ninguna otra rama de la física.

Y si no es indiscreción, ¿por qué se doctoró en físicas en Barcelona y no en Madrid? ¿Sobre qué tema indagó en su tesis doctoral?

Es un tema de muy poca importancia. Yo estaba haciendo mi tesis doctoral en la universidad de Madrid, con un catedrático de dicha universidad que era catalán. De pronto surgió una plaza en la universidad de Barcelona y mi catedrático pidió el traslado y se lo concedieron. Y yo tuve que continuar mi trabajo en la tesis yendo de vez en cuando a Barcelona hasta que la acabé y me convocaron para leerla allí. El tema de la tesis era “Servomecanismos Electrónicos “.

¿Qué es para usted la ciencia?

Yo creo que en la actualidad la ciencia es el único camino del que disponemos para buscar la verdad (con minúscula), lo cual lo hace apoyándose en la tecnología muy avanzada de la que disponemos y en el método científico que se basa en la comprobación experimental.

Antiguamente, cuando prácticamente no existía la tecnología, la filosofía era un buen camino en busca de la verdad. Pero en la actualidad la filosofía siempre va arrastras detrás de la ciencia porque tiene que aceptar todas las verdades científicas ya que están comprobadas experimentalmente.

La teología, muy desprestigiada en la actualidad, busca también la Verdad (pero ésta con mayúscula) sin embargo la ciencia no está interesada en esa Verdad.

¿En qué verdad entonces está interesada la ciencia?

La ciencia está interesada en encontrar la verdad sobre cómo funcionan las cosas en el universo, desde lo más grande que son los confines del cosmos hasta lo más pequeño que son los rincones más íntimos del cerebro humano.

¿Puede aproximarnos un poco más al método científico del que antes nos hablaba? La comprobación experimental, ¿ese es el punto nodal?

El método científico consiste en los pasos siguientes: 1. Plantear una pregunta. 2. Realizar un estudio a fondo sobre ese tema. 3. Construir una hipótesis  que dé respuesta a la pregunta. 4. CONTRASTAR ESTA HIPÓTESIS CON EXPERIMENTOS. 5. Analizar los resultados y planificar una conclusión. 6. Si la hipótesis aparenta ser cierta  debe preparase un informe para ofrecerla al estudio de otros científicos. 7. Si la hipótesis aparenta no ser cierta o ser sólo parcialmente cierta deberá volverse al punto segundo. 8. La última palabra corresponde a los otros científicos que aceptan o no la conclusión expuesta en el punto quinto.

En efecto, el punto más importante es la confirmación experimental.

En todo caso, si me permite el matiz, existen ciencias que no son experimentales o que son poco experimentales. Por ejemplo, la matemática, la lógica o algunas disciplinas sociales. Pienso en la Historia. ¿No serían ciencias para usted?

Normalmente cuando de habla de ciencias se refiere uno a las ciencias exactas. La física, la química, la astronomía, la biología y algunas otras son ciencias exactas. Por supuesto, las matemáticas también y sus teoremas se pueden comprobar “experimentalmente”, aunque no sea en un laboratorio bajo el microscopio.

La lógica, algunas disciplinas sociales, la economía, la psicología, la historia, etc. no son ciencias exactas. Yo entiendo que son sólo disciplinas del saber.

Se ha afirmado tradicionalmente que España, a lo largo de su historia, ha estado un pelín atrasada (acaso más) en asuntos científicos y tecnológicos. ¿Es así en su opinión o es un tópico que exige matices?

Creo que la palabra un “pelín” es una exageración, pero en el sentido contrario, es decir, la ciencia en España tiene desde tiempos pasado un atraso muy muy importante. No es un tópico. Es un hecho muy triste, pero es así.

En España se invierte poco y mal en ciencia y esto se viene haciendo desde hace más de un siglo y cada vez nos costará más recuperarnos.

Es también cierto que en los últimos cincuenta años España ha mejorado mucho en este aspecto. Pero en ese mismo periodo de tiempo en Francia, Alemania, Reino Unido, Holanda, Estados Unidos, Japón, etc., etc., han mejorado mucho más que nosotros.

¿Y cuáles serían, en su opinión, las causas históricas de ese atraso “muy muy importante”?

En mi modesta opinión las causas históricas son muchas pero la más importante es porque nuestros políticos nunca han comprendido el tremendo valor que tiene la ciencia para el progreso de un país. El problema radica en que invertir en ciencia no resuelve los problemas a corto plazo sino sólo a medio y a largo plazo. Pero por desgracia nuestros políticos siempre han estado preocupados sólo por los problemas a corto plazo.

¿Estamos menos dotados que otros pueblos, perdone el deslizamiento étnico-genético, para practicar la aventura de la ciencia?

No en absoluto, pero el vivir en un país que durante más de un siglo ha menospreciado a la ciencia tiene, sin duda, una gran influencia y muy negativa. Muchos cerebros se van de España porque aquí se puede hacer muy poco o nada. Y otros deciden no entrar en ese camino (el de la ciencia) porque saben que está lleno de dificultades.

¿Cómo llegó a ser usted director del programa de la NASA en España? ¿Qué trabajos desempeñó durante ese periodo?

Como he dicho anteriormente yo estuve con una beca estudiando en los Estados Unidos, en la Universidad de Stanford en California. Aquello fue un paso muy importante de mi vida. La Universidad de Stanford era una de las mejores del mundo, con ocho premios Nobel entre su plantel de profesores. Yo venía de la Universidad de Madrid y Barcelona que en aquellos tiempos eran totalmente desconocidas en Europa y en Estados Unidos. He dicho, sin exagerar, que por cada año que estuve en Stanford (estuve dos años y medio) aprendí como en diez años en España. Además tuve la oportunidad de trabajar en dos laboratorios que la Universidad donde también aprendí mucho.

Cuando regresé a España volví a trabajar en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que era la entidad que me había concedido la beca. Pero lo cierto es que el paso de los laboratorios de Stanford a los del CSIC fue traumático. Era como pasar de la gloria al infierno. En el CSIC el presupuesto para investigación era ridículo. Por todo esto yo estaba totalmente desanimado.

De pronto leí un anuncio en el periódico en donde se pedía personal que supiera inglés y electrónica para trabajar con la NASA en sus instalaciones en España, cerca de Madrid. Inmediatamente me presenté y obtuve una plaza.

La NASA estaba construyendo entonces cuatro estaciones para el seguimiento de naves espaciales. Una estaba en Robledo de Chavela, otra en Fresnedillas, otra en Cebreros y otra en Gran Canaria.

Mi primer puesto fue de ingeniero jefe de los Equipos de radio frecuencia de las Estaciones de Robledo y Cebreros. Allí trabajé dos años. Luego me trasladaron a Fresnedillas que era la Estación que se encargaba de los vuelos tripulados de la NASA (Programa Apolo). Fui director de aquella Estación que apoyó todos los vuelos de la NASA a la Luna. Tuve la suerte de participar en primera línea en la llegada del hombre a la Luna. Posteriormente apoyamos también los primeros vuelos del trasbordador espacial de la NASA.

Con el paso de los años, fui ascendiendo y me nombraron director de los programas de la NASA en España. Estos programas incluían las cuatro estaciones antes mencionadas, coordinar todo lo relativo a las comunicaciones con los trasbordadores espaciales de la NASA en caso que tuvieran que realizar un aterrizaje de emergencia en las pistas que había en España, preparadas para ello (Zaragoza, Rota y Gran Canaria) y algunas otras pequeñas cosas.

Me ha dejado casi sin habla… pero continuo con una curiosidad, dos mejor dicho. ¿Llegó a conocer personalmente a Wernher von Braun? Si fue el caso, ¿qué opinión se formó de él?

Si, tuve la suerte de conocer a ese señor, pero no fue un trato de tú a tú, sino simplemente en reuniones en la NASA donde venía a saludarnos y no se podía intimar con él. Además una vez visitó Madrid y vino a las estaciones, pero la visita fue muy breve.

Pero yo tengo una gran opinión y una gran admiración por él, no formada gracias al trato personal sino a través de sus logros científicos. Wernher von Braun fue uno de los artífices más importantes que hizo posible que los americanos llegaran a la Luna. Él fue el que diseñó, pieza por pieza, el cohete Saturno V, que ha sido el cohete más potente que se ha construido hasta el momento presente. Sin ese gran cohete los americanos no hubieran podido alcanzar la Luna.

Creo que von Braun era un auténtico cerebro privilegiado en el campo de los cohetes espaciales. Sin duda el mejor que ha habido.

Pero, perdone que me adentre en este terreno, ¿no fue Werther von Braun un científico con una cosmovisión política muy poco democrática?

Yo sólo he estado interesado en el papel de WVB como ingeniero de cohetes de la NASA, y como tal su papel fue excelente y en esa Agencia Espacial respetó al máximo todas las jerarquías de mando y no se mostró en absoluto antidemocrático.

Su pasado político, que se que fue muy “tormentoso”, no lo conozco con detalle. No se las razones por las que se alistó a la “SS”, ni sé si lo hizo voluntariamente u obligado por presiones políticas o de otro tipo.

Pero así como sobre Picasso, Dalí o Cajal, no me interesan sus posturas o sus creencias políticas, sino exclusivamente su arte o sus descubrimientos científicos, con WVB me ocurre exactamente igual. Sólo estoy interesado – como científico – en sus logros dentro de la NASA.

Lo demás, no es que yo crea que no tiene importancia, que la tiene. Pero no lo puedo juzgar porque no lo conozco bien. En ese asunto opino que deben ser los historiadores quienes lo hagan o quizá los filósofos de la ciencia.

También usted debió estar muy informado del otro nudo de la carrera espacial, de los digamos éxitos de la Unión Soviética. ¿Cómo fueron posibles? Un país tan, digamos, atrasado económicamente, con tanta destrucción durante la II Guerra Mundial, ¿cómo llegó a alcanzar esas cimas científico-tecnológicas?

La Unión Soviética en los años 50 del siglo pasado no era un país atrasado económicamente. La Unión Soviética era un conjunto de países muy grande y con bastante riqueza interna. Por eso disponían de grades recursos económicos, aunque “per cápita” estos recursos eran escasos. Además siempre estuvieron muy preocupados por los temas de defensa y dedicaron grandes sumas de dinero a ellos.

Los temas de defensa, en especial todo lo relativo a misiles intercontinentales, requieren una tecnología bastante desarrollada. Por eso la Unión Soviética siempre estuvo a una altura considerable en este campo de la investigación científica.

Sin embargo, aunque su tecnología en la construcción de cohetes de largo alcance, que es de donde derivaron los primeros cohetes espaciales, era al principio de la década de los 60 la mejor del mundo, su tecnología referente a los sistemas electrónicos para controlar estos cohetes o cualquier ingenio espacial en órbita, dejaba bastante que desear.

Los países muy grandes como Rusia, China o Brasil, tienen muchos recursos económicos, que si se emplean en sanidad o enseñanza para todos sus ciudadanos de esa país, dan para muy poco porque son muchísimos esos ciudadanos que los necesitan, pero si se emplean para ciencia y tecnología dan para mucho.

Algunas voces críticas, no siempre mal informadas, señalan que hoy por hoy, a diferencia de lo ocurrido en otras épocas históricas, la ciencia –sobre todo las ciencias físicas y biológicas- dependen fuertemente de la financiación de los estados y de las grandes corporaciones. Esa dependencia, señalan, va -o puede ir en ocasiones- en detrimento de la libertad de investigación y puede orientar la ciencia hacia territorios poco afables con los seres humanos. ¿Cree que es una buena perspectiva de análisis la que acabo de indicar? ¿Es realmente un peligro que acecha la ciencia actual?

Es cierto lo que dices pero tiene muy poco peso específico. La investigación científica se hace en multitud de centros muy dispares. Se hace en las universidades, en los observatorios astronómicos, en las agencias espaciales, en muchas fundaciones,….. y en numerosos laboratorios pertenecientes a diversas industrias. En este último caso es bien conocido que estos laboratorios, especialmente los farmacéuticos, sólo investigan en aquellos ámbitos que interesan al capital. En los otros muchos lugares donde se hace investigación, generalmente investigación de la buena, los estados tienen muy poca influencia.

Por ejemplo, en las numerosas agencias espaciales los objetivos fundamentales los acostumbran a definir los estados. Sin embargo las líneas concretas de investigación son siempre establecidas por estamentos inferiores. Un estado puede encargar a su propia agencia espacial el desarrollo de un telescopio para investigar la posibilidad de vida en algunos planetas extrasolares. Pero siempre será la agencia en cuestión la que decida el tipo de telescopio, la órbita en la que se colocará, el cohete que lo lanzará, etc.

En definitiva, en mi opinión el efecto del control que ejercen algunas industrias sobre la investigación científica, aunque sin duda existe, coarta en poca medida la libertad del grupo total de los investigadores. Admito que es cierto que algunos grupos de investigadores deben hacer lo que les mandan y sólo lo que les mandan. Pero creo que son un porcentaje pequeño dentro del gran enjambre que se dedica a la investigación científica.

Por lo demás, si me permite insistir un poco, una agencia podrá escoger el tipo de telescopio que quiere desarrollar, la órbita donde lo ubicará, pero quizá no tenga tanta capacidad de decisión en las grandes líneas de investigación. Déjeme que le hable de un lugar muy transitado: ¿los científicos que colaboraron en el Proyecto Manhattan pudieron decidir en alguna medida sobre el resultado de su trabajo? ¿No fueron otras instancias quienes decidieron por ellos? Aún más: ¿por qué tantos científicos –no me pregunte la cifra, la desconozco- están inmersos en programas de investigación relacionados con asuntos armamentísticos?

Contesto empezando por el final. Veamos, las cosas son completamente lógicas. En EEUU, en Rusia, en China, y en otros varios países, sus Departamentos de Defensa Nacional se llevan la mayor tajada del Presupuesto Nacional. Por consiguiente, estos Departamentos realizan un gran número de contratos para que se investigue en los temas en que ellos están interesados, que son fundamentalmente asuntos armamentísticos. Por tanto no debe extrañar que existan muchos científicos inmersos en programas relacionados con asuntos armamentísticos. Pero eso no impide que haya otros muchos científicos trabajando en las universidades o en otros muchos centros en temas no militares.

Los científicos que trabajaron en el Proyecto Manhattan, como es lógico, tuvieron que hacer lo que los que les habían encargado los que les habían contratado.

El científico es igual que cualquier otro empleado. Si le contratan para llevar la contabilidad de una empresa tiene que hacer eso y no puede dedicarse a temas de publicidad.

El científico no es un ser libre que hace lo que quiere. Lo único que puede hacer es encontrar un puesto de trabajo relacionado con la especialidad que a él le guste.

Respecto a las grandes líneas de investigación que mencionas al principio de tu pregunta, por lo general las cosas son muy complicadas. Esas grandes líneas se deciden después de una serie de reuniones en las que participan bastantes personas: el investigador principal y uno o dos de sus ayudantes, el director del centro y dos o tres ayudantes, los encargados de los asuntos económicos, etc..

En el ámbito de la filosofía y durante décadas, ha sido la filosofía de la ciencia una de las materias más cultivadas. Cuando usted lee artículos o trabajos filosóficos de esta temática, ¿le aportan reflexiones de interés o cree más bien en general que los filósofos hablan demasiado externamente de la ciencia?

Como sabes, la filosofía pura existe desde tiempos remotos, cuando el florecimiento de Grecia y Roma. La filosofía de la ciencia ha aparecido sólo hace menos de un siglo, cuando la ciencia ha empezado a tener una fuerza tremenda en la búsqueda de la verdad.

Yo, como sabes, no soy filósofo. Por eso leo poco de filosofía. La verdad es que no me gusta su método, sustentado en la lógica deductiva pero que necesariamente al final del camino se tiene que apoyar en el criterio de hombres muy inteligentes pero que por necesidad histórica pueden estar muy desfasados.

Lo que más leo es filosofía de la ciencia. En España hay un especialista en estos temas, Sánchez Ron, al que tengo el gusto de conocer, que es muy bueno. Pero lo cierto es que no acabo de comprender bien el término de filosofía de la ciencia. Más bien me parece “historia de la ciencia” o “interpretación de la ciencia” o “divulgación científica”.

Lo cierto es que cuando leo filosofía de la ciencia no me aporta nada nuevo, sólo me vale para ponerme al día sobre algún tema en el que no había profundizado lo suficiente.

 Cambio de tercio. Le pregunto finalmente por Seis niños en Marte. ¿Por qué ha querido escribir un libro para niños?

Porque tengo dos nietos, Daniel y Mariú y me lo pidieron. Estos dos niños son hijos de Belén y ella había escrito un cuanto dedicado a cada uno de sus hijos. Entonces, un día jugando con ellos, me sugirieron que yo también les podría dedicar un cuento, y así lo hice.

¿Tiene usted autores de referencia en este ámbito literario?

No en absoluto. Yo, por desgracia, he leído muy poca literatura, ni infantil ni para mayores. Desde muy joven siempre he estado inmerso en libros de ciencia y no he tenido tiempo para otra cosa.

Ha publicado Seis niños en Marte en Media Vaca. La edición es magnífica. ¿Qué editorial es esa? ¿Se pusieron en contacto con usted o fue usted quien se dirigió a ellos?

Media Vaca es una editorial que tiene su sede en Valencia. Edita unos libros estupendos, con una edición muy cuidad y francamente espectacular. Son libros para mayores y libros para niños.

Yo no contacté con ellos. Fue mi hija, que está muy metida en el mundo de las editoriales quien le ofreció a ellos mi manuscrito, y parece que les gustó.

Las ilustraciones, magníficas también, son de Juan Miguel Aguilera, a partir de imágenes de la NASA y fotografías de Santiago Martí. Háblenos un poco de estas dos personas que han colaborado con usted en el libro.

Se trata de dos colaboradores permanentes de Media Vaca, pero da la gran casualidad que a Juan Miguel yo lo conocía con anterioridad. En el año 2001 Juan Miguel y un amigo suyo (Eduardo Vaquerizo) escribieron una novela de ficción científica precisamente sobre un viaje de unos astronautas a Marte, titulada Stranded (Náufragos). Y Juan Miguel me pidió que le escribiera el prólogo, lo que hice con mucho gusto. Por cierto, luego la novela se llevó al cine con poco éxito porque fue una producción bastante mala.

A Santiago Martí no lo conocía de nada pero ahora que he tratado bastante con él he podido comprobar que es un fotógrafo excelente.

Dedica el libro a David, Mariú y sus amigos, “que quizá alguna vez se conviertan en astronautas”. ¿Qué debe sentir un astronauta cuando navega por el espacio

Por lo que me han contado los muchos astronautas que he conocido, entre ellos por supuesto a Pedro Duque, te diré que muchas veces sienten mareos y náuseas, hasta que se acostumbran a la falta de gravedad. Después se dan cuenta de lo pequeña que es la Tierra y piensan que por ser tan pequeña y estar tan aislada en el espacio, deberíamos cuidarla más, porque parece tan fácil que la podamos estropear casi sin darnos cuenta. También les llama mucho la atención la ausencia total de fronteras, esas barreras artificiales creadas por los seres humanos.

Hay muchos astronautas que debido a sus creencias religiosas cuando están en el espacio piensan mucho en la grandeza de un creador. Otros, sin embargo, por ser agnósticos, cuando están allí arriba piensan todo lo contrario.

Otros varios me han confesando que cuando está en el espacio el pensamiento que más les ronda por la cabeza es: “¡A ver si tengo suerte y salgo con vida de esta aventura”!

Una cita de Arthur C Clarke abre el libro: “Cuando un distinguido pero viejo científico afirma que algo es posible, probablemente está en lo cierto. Pero si afirma que algo es imposible muy probablemente se equivoca”. ¿Nada hay imposible para la Humanidad en su opinión? ¿No deberíamos pensar también en nuestros límites?

Por supuesto que hay cosas imposibles para la Humanidad, por ejemplo visitar todo el Universo. Pero la cita es sugerente y creo que induce a pensar que algunas “pequeñas cosas” que a veces nos parecen imposibles, con el transcurso del tiempo se convierten realidad. Existen millones de ejemplos que creo que no vale la pena mencionar. Pero, repito contigo, sin ningún lugar a dudas, tenemos muchas limitaciones.

Como no me gustaría entrar en el contenido del libro -hago aquí un llamamiento explícito a su lectura-, déjeme moverme en sus alrededores. ¿Por qué Marte? Si no ando muy errado, un viaje tripulado al planeta vecino no es posible todavía.

Si, en efecto, un viaje tripulado a Marte es actualmente imposible. Lo elegí precisamente por eso, porque entiendo que los cuentos son ejercicios de imaginación. Las niños y los niños, creo yo, deben soñar con cosas que parezcan imposibles y ver como en su imaginación se transforman en posibles. Pensé en otras alternativas, por ejemplo un viaje a una estrella lejana, pero eso me pareció demasiado complicado para unos niños.

Las descripciones científico-técnicas que aparecen en el libro, ¿son exactas o las ha escrito con algunas licencias literarias?

He intentado que sean lo más exactas posibles, pero en algunos casos no he tenido más remedio que simplificar las explicaciones porque no me parecía oportuno en un cuento para niños entrar en explicaciones demasiado complicadas.

La vida que describe en la nave de Seis niños en Marte, ¿se corresponde con la que llevan los astronautas en una nave espacial?

La vida de estos pequeños astronautas se corresponde bastante con la vida de los astronautas verdaderos que han estado en el espacio. Pero he tenido que dejar de lado algunos problemas típicos que surgen algunas veces en el espacio entre los astronautas, como por ejemplo posibles enemistades por incompatibilidad de caracteres, roces entre ellos, etc.

¿Puede darnos algún argumento para convencer a un adolescente que ser astronauta es algo atractivo para él y además posible?

Aunque hasta la fecha sólo ha habido un astronauta español (Pedro Duque) es indudable que es posible. Cada cinco o seis años se hacen convocatorias para cubrir plazas de astronautas en la Agencia Espacial Europea, a las que se pueden presentar los españoles. Hay dos requisitos indispensables: muy buena salud y una titulación universitaria en cualquier materia.

Desde un punto de vista más «romántico” yo creo que ser astronauta debería colmar las ilusiones más profundas de cualquier niño. Subir al espacio, viajar entre los planetas, ver la Tierra desde allí, poder llegar a donde nadie ha llegado, etc.

Por cierto, ¿en la Luna tiene que haber cuevas, afirma Daniel recordando un comentario de su abuelo? ¿Por qué?

Los científicos están convencidos que en la Luna tiene que haber cuevas de origen volcánico. En tiempos pasados la Luna tuvo que tener una importante actividad volcánica. La lava cuando fluye hacia el exterior produce una cueva a lo largo de su camino, como por ejemplo, las famosas cuevas que podemos contemplar en Lanzarote (Los Jameos del Agua).

Yo he escrito una novela de anticipación científica (Regreso a la Luna) que se desarrolla principalmente en una gran cueva que descubren el la Luna.

Varios niños del libro son niñas. ¿Las niñas también pueden ser astronautas? Hasta ahora, si no ando errado, la profesión ha sido muy masculina.

Al principio casi la totalidad de astronautas eran hombres, aunque los rusos tuvieron dos o tres astronautas mujeres. Aunque actualmente se ha pretendido que la profesión se extienda en igual proporción al sexo femenino es cierto que no se ha logrado. En Rusia creo que en estos momentos no hay ninguna mujer. En Japón hay solo una. En Europa, hubo una y se retiró al poco tiempo. Y en EEUU hay media docena aproximadamente, frente a treinta o cuarenta hombres. En resumen: creo que las niñas también pueden aspirar a ser astronautas. 

Ya que estamos en el espacio, ¿usted, al igual que Sagan, cree que hay vida alienígena?

Yo admiraba mucho a Sagan, pero con el transcurso de los años cada vez soy menos optimista con relación a lo que era él sobre este tema.

Veamos, en el momento actual nadie puede afirmar si hay alienígenas o no. El universo es tan grande que nadie puede saber lo que podría haber en cualquier rincón de él. Lo único que se puede hacer es “creer” con la fe (ciega) del carbonero, como suele decirse, una cosa u otra.

Sin embargo, en la actualidad muchos científicos piensan que el ser humano es algo contingente. No es necesario. Puede existir pero también no puede existir.

Si quieres que te diga la verdad, cada vez creo menos en los alienígenas.

¿Volverá a escribir algún otro cuento para niños? El final de éste, que no podemos desvelar, así parece apuntarlo.

Creo que no. Como te he dicho el cuento le escribí para mis nietos y ya se están haciendo mayores.

Unas preguntas para finalizar. En el epílogo que Belén Gopegui, su hija, ha escrito para su libro –“El explorador Luis Ruiz de Gopegui”- comenta que un ensayo suyo anterior, Cibernética de lo humano, “en el que estudia las correlaciones entre la materia inanimada, la vida y la mente”, es el libro del que usted se siente más orgulloso. ¿Es así? ¿Por qué?

Creo de buena fe que es el mejor libro, entre la docena de libros que he escrito.

Es una historia muy larga. Verás, yo pertenezco a una asociación de ingenieros americana (IEEE) que tiene una importante rama en Europa. En los años 60 y 70 yo era un miembro muy activo dentro de está asociación y participaba en algunas reuniones que se celebraban en Europa. En esas reuniones empecé a oír hablar de algo llamado “inteligencia artificial”. En España esa disciplina la tomaban a broma pero a mi me llamó la atención y la empecé a estudiar.

De la inteligencia artificial pasé a la inteligencia natural y de ésta a la mente humana y luego a la cibernética. Después de aquellos estudios decidí escribir Cibernética de lo Humano.

El libro fue muy criticado pero no por cibernéticos -creo que en España había muy pocos-, sino por teólogos y filósofos. La verdad es que estos dos grupos de pensadores me “pusieron a parir” como suele decirse. Pero el tiempo me está dando la razón. Muchas de las cosas que yo predecía en el libro se están cumpliendo, en contra de lo que decían teólogos y filósofos.

Un empleado de la NASA que sabía español pidió a la Agencia que tradujera el libro y así se hizo y publicaron la traducción como un documento interno de la NASA.

El libro se agotó muy pronto pero se ha digitalizado y lo puedes encontrar en internet si te interesa.

Lo buscaré, no tenga ninguna duda.

Hay que tener en cuenta que el libro lo pensé en los años 70, se publicó en el 83, después de grandes esfuerzos porque nadie me lo quería publicar, y en él se explicaban una serie de fenómenos de la mente humana que hoy se están explicando en la misma forma que yo lo hacía, pero ayudados por a la potente tecnología de la que se dispone ahora.

Estos días han aparecido noticias en la prensa en las que se habla precisamente de Marte. La Agencia Espacial Europea teme que la NASA la abandone en la misión ExoMars que pretendía que un robot pisara el planeta rojo y buscara vida en el subsuelo de Marte. ¿Qué cree que pasará finalmente? ¿La NASA ya no está interesada en Marte? Si fuera así, ¿no quedará la misión en punto muerto?

No puedo prever lo que pasará respecto a esa misión europea; sí creo que la gente está un poco cansada de tantas misiones no tripuladas a Marte. Se han mandado cerca de cuarenta sondas a ese planeta y no se ha encontrado ni el más mínimo rastro de vida. ¿Está justificado seguir en esta dirección o hay que ser más imaginativo y hacer otra cosa?

Estamos en tiempos de crisis y en todas partes quieren ahorrar, por eso es probable que la NASA ahorre en esta dirección.

Fernando Aguado, un ingeniero de la Universidad de Vigo, hablaba recientemente de los picosatélites. ¿Qué es un picosatélite? ¿Qué proyectos pueden llevarse a cabo con ellos?

Primero se empezó con los satélites artificiales. Luego vinieron los mini satélites y los micro…. y ahora se habla de los pico satélites.

Creo que son satélites muy, muy pequeños. Del tamaño de un huevo de paloma o todavía más pequeños.

La tecnología actual permite construirlos, pero creo que aún no saben para que servirían. Se pueden imaginar muchos usos, pero hace falta que esas aplicaciones sean rentables.

Viajemos a 1969. El ser humano hombre aluniza por primera vez en la Historia. ¿Qué hacía usted en aquel momento? ¿Qué tareas estaba realizando?

En el año 1969, cuando el hombre llegó a la Luna, yo trabajaba en la Estación de Seguimiento que la NASA tenía cerca de Madrid, en Fresnedillas. En aquellos momentos había un grupo de americanos en la Estación y otro grupo, más numeroso, de españoles. Yo era el Jefe de los españoles y mi misión era que todo lo realizado por ese grupo funcionara a la perfección.

Había tres estaciones gemelas: una en California, otra en Canberra y otra cerca de Madrid. Estas estaciones cubrían consecutivamente, a medida que la Tierra rotaba, toda la trayectoria de las naves Apolo que iban a la Luna (ocho horas cada una).

Las misiones de estas estaciones era cuatro:

i) Proporcionar datos de seguimiento sobre la órbita que seguía la nave;

ii) Proporcionar datos de telemetría relacionados con los equipos que funcionaban en la nave, estos datos incluían los datos biomédicos de los astronautas (ocho por cada astronauta);

iii) Proporcionar un enlace de comandos (ordenes electrónicas) desde Houston hasta la nave;

iv) Por último, proporcionar las comunicaciones de voz con los astronautas (Houston-nave y viceversa).

Nada más. Gracias por su tiempo y su generosidad.

Por Salvador López Arnal (Rebelión.org).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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