Andaba yo paseando el otro día por el Museo Guggenheim de Bilbao y de pronto observé una obra, bastante grande, que me llamó la atención porque, justo en los laterales del cuadro sobresalían en un ángulo de 90 º, unas tablas forradas de un material reflectante, como si fuera papel de aluminio.
Bueno, hasta aquí todo dentro de la normalidad, hasta que presioné el numero 711 de mi audio guía y empecé a escuchar la historia de esta obra, que os paso a contar a continuación.
El cuadro fue realizado por James Rosenquist en 1970, justo un año después de que el Hombre pisara la Luna con el Apolo 11. Es un oleo sobre lienzo, cuatro en realidad para ser más exactos, con paneles Mylar de aluminio acoplados a los extremos que reflejan la superficie pintada, extendiendo la composición más allá de los límites del lienzo el cual mide casi 3 metros de alto por 7 de largo.
El autor siempre estuvo interesado por la tecnología y el espacio. Por esta razón decidió dedicar una obra a los tres astronautas muertos en la misión Apolo 1. Aprovecho para recordar, para el que no lo sepa, que Grissom, Chaffee y White murieron por un incendio que se produjo dentro del módulo de mando cuando realizaban unos entrenamientos el 27 de enero de 1967.
Según describe el artista, la composición sugiere «un incendio en un espacio cerrado» y «objetos flotando por toda la nave». Sobre un fondo de rojos y amarillos se ve la arrugada tela metálica de un uniforme engalanado con la bandera americana, una bolsa de comida retorcida y deformada, y unos globos flotando en el aire formando un arco.
Por cierto, lo de «Cápsula flamenco» viene por la nave espacial, por la cápsula y lo de flamenco por las aves de este tipo que pueblan Cabo Cañaveral, el lugar donde ocurrió el accidente del Apolo 1.
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